Nosotros

A mí me ha costado convencerlas, no en el sentido clásico de casaquearlas para que suelten algo, apunta M, he estado con dos vírgenes pero la parte más difícil de hacer el amor con ellas fue convencerlas de ir a un motel, la mayoría de mujeres piensa que ese no es el lugar más romántico para tener su primera relación sexual. A uno porque le pela, pero a ellas no. ¿Sabés qué dicen? «Ay, no, que no me vaya a ver alguien conocido saliendo de acá, qué van a pensar». Luego se acostumbran, lo más probable es que al final también les guste ir. En el periférico hay un montón. Se ríe. Qué doble moral la de este país, ¿vaá?, hay tantos moteles que ya parecen iglesias evangélicas y viceversa.

A mí siempre me ha tocado dentro del carro. Me acuerdo que después de la universidad íbamos hasta la colonia «Los cerezos», habían, en ese entonces, un montón de casas en construcción. Nos emborrachamos dentro de una y la lluvia arreciaba mientras nos besábamos. Adentro de esas casas hacer el amor es incómodo, lo más suave que encontrás son sacos de cemento apilados, por eso siempre volvíamos al carro. Hay que tener siempre los vidrios polarizados, da confianza, aunque más de alguien se quedará viendo el carro que se mece con fuerza bajo la lluvia, pero cuando estás adentro ni pensás en eso. Una vez casi me orino por el guaro, pero me aguanté. Tenés una vía y dos chorros queriendo salir a la vez. Siempre estábamos muy borrachos. Unos días después, el susto de que no le bajara la menstruación. Unos días más y estaba salvado de ser papá. Era fin de año, volvíamos a «Los cerezos», y así.

Antes yo pensaba que los auto-hoteles eran lugares para ir a dejar los carros, no supe bien para qué eran hasta los 20. Nunca he ido a uno. Ni yo, respondo, prefiero coger en los carros, sale más barato. ¿A vos nunca te ha agarrado la policía? La otra vez casi nos encuentran con mi novio, al muy listito se le ocurrió sacar su pene justo antes de acabar, seguro fue algo que vio en una película porno, y terminó sobre mí, o sea, sobre mi vulva, el condón se quedó prensado adentro mío, pero me asusté porque en ese rato cabal aparecieron los chontes. Me río. Qué mala suerte, vos; ese tu novio no la hace. Fijate que, antes de que se me olvide, tuve un sueño erosatánico la otra noche, era luci(fer), me tocaba y yo no me podía mover.

Publicado originalmente en
revista EsQuisses
Guatemala, C.A.

Entradas populares