De buenos ánimos (creo)

Los primeros días de mi estadía en casa fueron algo aburridos. El tiempo pasa muy lentamente cuando lo único que se puede hacer es estar acostado, leer un tanto, escuchar otro de música y dormir uno más. Hace dos semanas y media comencé de nuevo la universidad, desde entonces mi estancia en casa es un poco menos monótona. Ahora el tiempo pasa rápido, (que molesta esa sensación, para mí que el tiempo está descompuesto, debería ser al revés). El hecho es que, hacer las tareas me lleva algo más de tiempo que habitualmente. Cargar con mi laptop en la habitación requiere de pequeñas acrobacias con las muletas y también algo de suerte para no chocar el tobillo enyesado con las amenazantes esquinas de los muebles. Recoger cosas que se caen de la mesa es una pequeña odisea. Por suerte a mi rutina se le suma una agradable disminución del dolor y una mejoría de mis ánimos en general. Me alegra que sea así, de lo contrario lidiar con el trabajo de la universidad sería en extremo difícil y agobiante. Pasar varias horas sentado en el escritorio, bocetando, diseñando, dibujando, cortando, pegando y demás oficios del diseñador gráfico son lo que consume la mayor parte de mi tiempo. El resto de ese “mi tiempo” lo he decido invertir en un nuevo proyecto de blogging que está algo alejado del mundo artístico o literario o metafísico que disfruto tanto. La verdad, este nuevo proyecto muestra otra de mis desconocidas facetas; una más técnica o más ociosa o más geek o hasta más infantil tal vez; pero al menos, yo digo que tengo algo más con qué entretenerme.

Eso sí, no puedo dejar de extrañar mi capacidad de caminar y prepararme por ejemplo, un sandwich de jamón o ir por los materiales que necesito a la librería. Necesito que alguien más me atienda para poder hacer mis actividades con relativa “normalidad”. Hace tiempo había considerado un hecho similar, me refiero a que, entre mis planes de vida está vivir sólo (entiéndase, sin intrusos o acompañantes) en una casa idealmente propia. La soledad, para alguien como yo, quien ha vivido toda su vida rodeado de gente, es algo más deseado o valioso de lo que la mayoría considera. Sin embargo, había pensado en una situación en donde yo, por ejemplo, pescara un resfriado y me fuera difícil moverme por la casa, hacer limpieza o preparar mi comida. En efecto, necesitaría la ayuda de alguien más. Y si en dado caso, el resfriado no fuera “un resfriado”, sino una lesión como la que sufrí (que por cierto, no quiero volver a sufrir nunca), me sería absolutamente necesaria la ayuda de otra persona para poder vivir o más bien “sobrevivir” en mi propia casa. La idea cuestiona mi ideal de vivir en una casa sólo para mí. Quizás deba reconsiderar mi utopía y flexibilizar mis planes. Pero ya habrá tiempo para ello luego, de todos modos si viviera sólo, probablemente habría contratado a alguna enfermera para atenderme, tentativamente una de esas enfermeras sexy, del tipo que  atiende los Maid-Cafés de Tokio. De momento, me interesa más recuperarme por completo. Tengo ganas de ir a caminar, preparar mi propia comida, invitar a alguna patoja a salir u otras cosas que tengo en mente ansiosas por salir a la calle. Hasta entonces me sigo jalando el pellejo.

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