Xelajú 2030
La ciudad se mantiene bajo una enorme nube de smog y en perpetua hora pico. Los microbuses se arrastran pesadamente sobre la 19 avenida. Hace años que no hay arriates, en su lugar se redujeron las aceras y los árboles ahora son un carril reversible mal señalizado, gris y con hoyos a cada 10 metros. En las pasarelas la publicidad del alcalde en turno pregona su plan maestro de movilidad urbana: un periférico de dos niveles para aliviar el tráfico de la ciudad, tres nuevos pasos a desnivel, incluyendo la tan ansiada habilitación del puente en la intersección del periférico y carretera a Salcajá, la promesa en las vallas dice que los viajes dentro de la ciudad dejarán de tomar dos horas para reducirse a 45 minutos. Cualquier cosa por facilitar el acceso al parque industrial y a los autohoteles de la autopista Los Altos.
La zona 2, declarada inhabitable desde hace varias décadas, ahora está sobrepoblada. Las construcciones son improvisadas. El área metropolitana se extiende desde San Mateo en el occidente, hasta San Cristobal Totonicapán en el oriente; al norte llega hasta Olintepeque y al sur se extiende hasta Almolonga y el Valle de Palajunoj. Más de dos millones y medio habitan el área. 400 mil estudiantes conforman la población flotante más numerosa del occidente del país. El índice de homicidios ha aumentado vertiginosamente. Son comunes las balaceras en la terminal, en los Trigales, la San Antonio y Pacajá. La basura se acumula en las plazas de todas las zonas de la ciudad. El río seco continúa desbordándose año tras año. Sobre sus riveras las covachas brotan con más fuerza luego del invierno.
El centro histórico es un foco de incendios y plagas. Ni un solo edificio cumple con normativas de seguridad ni de construcción modernas. Los turistas se han alejado, nadie quiere estar visitando sitios riesgosos. Los comerciantes se quejan, el turismo local es lo único que «mantiene con vida» al centro. Nadie parece enterarse de que todo se cae a pedazos. La comuna insiste en mantener las viejas estructuras de pie por su belleza arquitectónica y valor histórico. Los borrachines no piensan lo mismo cuando orinan afuera del Pasaje Enriquez.
Todo el casco urbano es un proyecto a medias aunque la parte alta de la ciudad está repleta de proyectos habitacionales, comercios de lujo, universidades, country clubes y demás que se fueron adaptando a la improvisación de las calles, de las plazas. La ciudad prospera, dicen, el comercio es pujante, hay desarrollo, educación, infraestructura y población joven. Qué más se puede pedir.
Publicado originalmente en
revista EsQuisses y diario La Hora
Guatemala, C.A.
La zona 2, declarada inhabitable desde hace varias décadas, ahora está sobrepoblada. Las construcciones son improvisadas. El área metropolitana se extiende desde San Mateo en el occidente, hasta San Cristobal Totonicapán en el oriente; al norte llega hasta Olintepeque y al sur se extiende hasta Almolonga y el Valle de Palajunoj. Más de dos millones y medio habitan el área. 400 mil estudiantes conforman la población flotante más numerosa del occidente del país. El índice de homicidios ha aumentado vertiginosamente. Son comunes las balaceras en la terminal, en los Trigales, la San Antonio y Pacajá. La basura se acumula en las plazas de todas las zonas de la ciudad. El río seco continúa desbordándose año tras año. Sobre sus riveras las covachas brotan con más fuerza luego del invierno.
El centro histórico es un foco de incendios y plagas. Ni un solo edificio cumple con normativas de seguridad ni de construcción modernas. Los turistas se han alejado, nadie quiere estar visitando sitios riesgosos. Los comerciantes se quejan, el turismo local es lo único que «mantiene con vida» al centro. Nadie parece enterarse de que todo se cae a pedazos. La comuna insiste en mantener las viejas estructuras de pie por su belleza arquitectónica y valor histórico. Los borrachines no piensan lo mismo cuando orinan afuera del Pasaje Enriquez.
Todo el casco urbano es un proyecto a medias aunque la parte alta de la ciudad está repleta de proyectos habitacionales, comercios de lujo, universidades, country clubes y demás que se fueron adaptando a la improvisación de las calles, de las plazas. La ciudad prospera, dicen, el comercio es pujante, hay desarrollo, educación, infraestructura y población joven. Qué más se puede pedir.
Publicado originalmente en
revista EsQuisses y diario La Hora
Guatemala, C.A.